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MUJERES ESPÍAS. DOBLEMENTE OCULTAS.


Las mujeres espías han jugado un papel fundamental en la historia de la inteligencia y la seguridad nacional, a menudo desde el silencio, pero con un eco que resuena a través de las políticas criminales y la seguridad global. A lo largo de los siglos, estas mujeres han operado en las sombras, utilizando su ingenio y habilidades para obtener información crucial, a cambio de un gran coste personal en no pocas ocasiones.

En una época en la que las expectativas de género dictaban que las mujeres eran menos proclives a participar en actividades criminales, las espías femeninas utilizaron a su favor estos estereotipos para pasar desapercibidas y recopilar información valiosa. Su trabajo influyó decisivamente en la formación de políticas criminales, no sólo por su contribución directa a la inteligencia, sino también influyendo decisivamente en la evolución de las estrategias de seguridad y la percepción del papel de la mujer en la sociedad, desafiando los riesgos inherentes a la labor de inteligencia y las barreras impuestas por las estructuras sociales y de poder. Su participación ha desafiado las percepciones tradicionales de género y ha conllevado cambios en la forma en que las agencias de inteligencia y las fuerzas del orden abordaban el género y el crimen, informando estrategias de seguridad que lograron una mayor inclusión de mujeres en roles de toma de decisiones dentro de las agencias de seguridad.

Además, a lo largo del tiempo, el análisis de casos históricos de mujeres espías ha proporcionado perspectivas valiosas sobre las motivaciones detrás de los crímenes y ha ayudado a desarrollar perfiles criminales más precisos, lo que ha influido en la elaboración de las políticas que buscan prevenir el crimen y proteger a la sociedad.

La discriminación de género fue, sin duda, el mayor obstáculo que debieron enfrentar.

Históricamente, las mujeres han sido subestimadas en sus capacidades para realizar trabajos de espionaje, lo que paradójicamente les ha servido para operar bajo el radar enemigo, pero también ha significado una lucha constante por obtener el mismo reconocimiento y respeto que sus homólogos masculinos.

Estas mujeres tuvieron que operar sin el mismo nivel de entrenamiento o recursos que se les proporcionaba a los hombres espías, debiendo solventar los desafíos que se les planteaban echando mano del ingenio para desarrollar métodos creativos que compensasen la falta de apoyo institucional.


A todo lo anteriormente descrito se sumaba el hecho de tener que lidiar con amenazas adicionales, incluyendo la posibilidad de ser subestimadas o no tomadas en serio por sus propios aliados, así como por el enemigo; por si eso fuera poco, en el caso de ser descubiertas las consecuencias podían ser más severas para ellas debido a las normas sociales de la época.

Muchas de estas mujeres no han recibido el reconocimiento que merecen y sus vidas e historias han sido minimizadas e incluso olvidadas en los relatos históricos y en los manuales académicos.

Aunque eran a menudo relegadas a roles secundarios, lograban ejercer poder e influencia a través del espionaje. Figuras medievales como Mochizuki Chiyome de Japón, que entrenaba a mujeres jóvenes en el arte del espionaje aprovechando su invisibilidad social para llevar a cabo misiones de inteligencia, o Virginia Hall y Noor Inayat Khan durante las Grandes Guerras Mundiales, dan idea del crecimiento exponencial de la necesidad de este servicio clave en la recuperación de información y la resistencia. La valentía y habilidades de estas mujeres desafiaron las nociones de género de la época y demostraron que también ellas podían contribuir significativamente a la seguridad nacional. Su capacidad para moverse en entornos hostiles y obtener información ha sido clave en la conformación de técnicas de investigación criminal y en el desarrollo de perfiles criminales, además de impulsar un enfoque más inclusivo y diverso en las agencias de inteligencia y seguridad.

Actualmente, las mujeres espía son grandes expertas en tecnología, líderes en ciberseguridad, criptografía, obtención y protección de datos sensibles, operaciones de campo, analistas de inteligencia, agentes de enlace, especialistas en desinformación para distribuir información falsa que confunda y desvíe a los adversarios, etc.


La Criminología no es ajena a la influencia de este enfoque enfoque androcéntrico en cuanto al fenómeno de la mujer espía, acudiendo más veces de las que se debiera a victmizaciones previas para explicar su papel como victimaria. Los medios han potenciado su rol como femme fatale o seductora, concepto que ha sido ampliamente difundido en el cine y la literatura, dando lugar a una visión reduccionista y simplista de la mujer espía.

       

EL PUNTO DE VISTA CRIMINOLÓGICO. TEORÍAS EXPLICATIVAS.

Las teorías criminológicas clásicas han aplicado modelos de criminalidad masculina para explicar el comportamiento delictivo femenino, a menudo recurriendo a estereotipos de género y roles sociales preconcebidos, pero las mujeres espías operando en un dominio percibido como masculino, subvierten estas expectativas.

Su participación en el espionaje desafía la imagen de la mujer como pasiva o como víctima, mostrando en cambio una capacidad para la acción estratégica, la toma de decisiones y el sacrificio personal en pos de objetivos complejos.

Desde la Criminología Feminista se ha reinterpretado la Criminalidad Femenina, dando respuesta a la necesidad de evaluar la delincuencia femenina desde una perspectiva de género, reevaluando sus motivaciones, los métodos y las consecuencias de las acciones de las mujeres espías, así como el reconocimiento de su agencia y habilidades, pero este enfoque presenta ciertas deficiencias metodológicas al tender a la generalización y representación demasiado homogeneizada ignorando factores como la etnia, clase social o la orientación sexual, centrándose a menudo en ese papel victimizado, pasivo y vulnerable, subestimando la motivación propia e independiente como factores clave, además de centrarse excesivamente, a mi parecer, en la cuestión género pasando por alto otros aspectos fundamentales de este tipo de criminalidad.

Cuando se compara criminológicamente este tipo de criminalidad con la de otros grupos, se observa que presenta características distintivas tanto en la naturaleza de los delitos como en su frecuencia y motivaciones. La estadística (con todo lo que suponen las estadísticas en cuanto a datos no siempre del todo exactos), muestra que a nivel general, las mujeres cometen menos delitos que los hombres y, cuando lo hacen, suelen ser delitos menores y no violentos. En el caso de las mujeres espías, sus acciones, aunque ilegales en el contexto de la ley, a menudo se llevan a cabo en el marco de operaciones de inteligencia y tienen motivaciones políticas o estratégicas.

Las mujeres espías desafían los estereotipos tradicionales asociados con la criminalidad femenina: suelen estar altamente entrenadas, motivadas por objetivos específicos y operan en un contexto que requiere un alto grado de inteligencia y habilidades especializadas. La naturaleza de sus crímenes está vinculada a la seguridad nacional y a menudo implica un nivel de riesgo y sacrificio personal que no se observa en la delincuencia común.

En resumen, la criminalidad de las mujeres espías se distingue de otros grupos por su contexto, motivaciones y la naturaleza estratégica de sus acciones, lo que requiere un análisis criminológico de cada caso particular, matizado, específico y objetivo.


           




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